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jueves, 10 de mayo de 2012

Águila de Sangre

De pie. Cara a cara en el callejón oscuro, cercano a su instituto. La jóven estaba atemorizada. Era justo como las siete anteriores: alta, de unos dieciseis años aproximadamente, con curvas pero delgada y pechos exuberantes,  cara angelical, de suaves rasgos, ojos llamativos, no muy grandes ni pequeños, verdes. Tenía el pelo largo, por la cintura, con flequillo. liso y negro cual noche sin luna. Se parecía tanto a ella... ¡Era preciosa! -coloqué el pañuelo mojado en cloroformo tapando su nariz y su dulce boca. En cuanto inspiró, dejó de forcejear y perdió el conocimiento. La cojí en brazos y la llevé hasta la antigua casa de mis padres, dónde pasé los peores años de mi infancia junto a mi hermana Elisabeth, causante de todo mi sufrimiento. Estubo toda mi infancia martirizándome, culpándome de todo y obligándome a hacer cosas que no quería. Me pasaba las noches en vela porque ella me amenazaba con ahogarme con la almohada mientras durmiese. El 23 de julio de 2003, todos esos años acabaron por pasar factura...

Sólo tenía diez años, y Elisabeth dieciseis... Nuestros padres habían salido y ella estaba en su habitación. Cojí el cuchillo de porcelana que robé en una tienda días antes. Silenciosamente llegué hasta la habitación de mi hermana, abrí la puerta con sumo cuidado. Estaba tumbada boca abajo sobre la cama, con el portátil y los auriculares puestos. Probablemente estaría hablando con Txus, su novio. Me acerqué decididamente a ella, empuñé el cuchillo, lo alcé por encima de mi cabeza y agarrándolo con las dos manos, lo dejé caeer con fuerza sobre mi hermana. La ira me nubló la vista por un instante.

Entonces, la sangre salpicó llenándome la cara... Decidí aplicarle el castigo del águila de sangre, tal y como hacian los vikingos con sus traidores. Rejé su espalda siguiendo su columna vertebral, separé sus costillas, abriendo así su caja torácica y entonces, mientras ella no dejaba de gritar, le saqué los pulmones, dejándolos al aire e impidiendo que pudiera respirar. Sus últimos momentos de vida estubieron llenos de agonía para ella y sin embargo, para mi fueron de extremo placer, dulzura y satisfacción. Enterré su cadáver en el patio trasero del vecino, que he encontraba de vacaciones. Eliminé todas las pruebas, pero seguí conservando el cuchillo...

Esta últimachica era, sin duda, la que más se parecía a Elisabeth de las ocho...

Tras diez minutos de canimo, llegué a mi antiguo hogar con ella, la subí a la habitación de mi hermana y la coloqué en la misma posición el la cuál estaba Elisabeth, le puse hasta el portatil... Todo debía ser igual. Cojí el mismo cuchillo de las veces anteriores y volví a aplicar "el águila de sangre". Cuando empezaba a abrir su espalda oí un ruido en el piso de abajo. No supe que hacer, así que permanecí en silencio. Justo entonces, el cloroformo dejó de hacer efecto y la chica despertó. Comenzó a gritar histériaca, sin comprender que pasaba. Txus entró por la puerta, corriendo. Se echó a llorar cuando comprendió que estaba reviviendo el crimen de su amada. Me redujo hasta que llegó la policía, pero no opuse resistencia.

Ahora me encuentro entre rejas, tube que confesar todos mis crímenes y se me ha condenado a cadena perpetua...



Espero que os haya gustado... Aunque no sepais si el narrador-protagonista es asesino o asesina! Hope and Bliss!

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